sábado, 19 de septiembre de 2009

Confesion.

Tengo muchas cosas que decirte, tengo tantas cosas que contarte que no puedo sostener estos pensamientos tan sólo en mi cabeza. Necesito ver un cambio en ti, alguna reacción a lo que te digo sinceramente, tan sólo un poco de importancia a lo que te digo. Pero parece que tú no lo sientes. Te lleno de palabras bonitas, quizá muy retóricas, pero muy amablemente dichas, pero que para tí... es solo futilidad. Veo que te has encerrado tanto en tu trama existencial que no le das importancia a nada. ¡Estoy tratando de sacarte de aquí que no me escuchas!
Estas son mis palabras más profundas, quizás las más sinceras que vas a escuchar de mí, estoy intentando decirte de que vuelvas a creer en esto, que vuelvas a creer en esto que algún dia nos unió.
Estas reflexiones, estos pensamientos no son míos. Son tuyos.
Ahora pareces tan frágil, que no me atrevo a tocarte. Pero trato de tocarte el corazón con mis palabras y tampoco lo puedo lograr. Quizá mi tono no es el adecuado, no puedo encontrarte entre esta maleza, te has bloqueado demasiado que tu noción de tiempo-espacio esta en un universo paralelo al mio. ¡Te estoy gritando esto! Si tan sólo pudieras escucharme, si tan sólo pudieras ver a través de estos ojos. Esta mirada jamás te mentiría.
No quiero dejar esto de lado, no quiero que piensen que no he dado la batalla, pero de tantos intentos, de muchos, el tiempo me ha consumido. Debo admitirlo, ya no puedo con esto, me he resignado. Mi cuerpo ya no es el mismo de antes, mi alma tampoco. La tristeza invade mi pecho, me siento tan vacío por dentro que mi angustia se agranda cada vez más. Me siento desolado, tan desolado que sin darme cuenta he caído en tu misma posición. Tan sólo me queda el recuerdo de lo que fue antes, de esos días, de tu sonrisa, de tu hermosa sonrisa. Esos días que permanecerán para siempre conmigo. Para siempre.

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